Usa tanto la imaginación de la mente para ver, como el soñar del corazón para sentir. No tengas ninguna expectativa. Sólo sé un niño y juega con las posibilidades. Si tu experiencia es real, pronto lo sabrás. Recuerda lo que dijo Jesús: "A menos que seáis como niños, no entraréis en el reino de los cielos".

Tú eres un increíble hijo/hija de Dios teniendo un sueño de que eres un ser humano en un pequeñito planeta en medio de la nada. ¿Qué sucederá cuando recuerdes quién eres realmente? Eso es algo que sólo tú puedes saber.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿A qué le llamamos Dios?

Gracias amigos del alma, por acercarse cada vez más buscando una misma sintonía en la cual expresarse, y tener informaciones concretas sobre cambios diarios, espiritualidad práctica, para escapar de las prisiones de la mente moldeada por la ignorancia que uno arrastra desde los primeros años. Es hora de darnos cuenta de que la realidad que somos, excede por millones, la mera experiencia mundana que hemos conocido hasta ahora. Hasta ahora, esa es la expresión más clara, desde este instante, estamos saliendo de la ignorancia y comprendiendo que todo aquello que creíamos que éramos, es lo que no somos, y todo lo que no nos hemos atrevido a vivir, y disfrutar, es lo que siempre hemos sido, lo que somos, lo que no podemos dejar de ser.

Es tan maravillosa nuestra verdad plena, ese ser de luz, o Yo superior , como les guste llamarlo, o como intuyan en su corazón, que es la fuente de todo poder, la visión del alma, la comprensión de una conciencia amplísima, ilimitada, que está en todo y en todos, pero que sólo unos pocos se atreven a reconocer, e inclinar su mente ante ella y permitir que obre maravillas. La sensación de la unidad, de que somos mucho más que este cuerpo, somos cuánto cuerpo hay en la creación, o como dicen los seres sublimes, sólo se trata de nosotros expresándonos en otras partes de nosotros mismos, para percibir la diversidad de la que aparentemente somos capaces, y llevar esa percepción a la unidad que subyace en todo, que permea todo, que atraviesa, que compone todo, la sinfonía más bella, la danza de la vida, que abarca en su obra prodigiosa todo lo que existe, y ahí estamos, en cada átomo, en cada molécula, en cada estrella, en el espacio que parece vacío pero en realidad esta lleno, ¿de qué? de la misma energía divina, de la que todo surge y a la que todo vuelve.

A eso le llamamos Dios, no un Dios berretongo, con nombres y formas determinados por nuestro miedo, nuestra desesperación, nuestra ceguera, nuestra soberbia, nuestros deseos inconclusos, nuestra frustración, nuestra violencia, nuestra baja estima, nuestras dudas e incredulidades, un Dios hecho a imagen y semejanza de nuestra mente humana endeble, llena de pasado y futuro, de imposiciones y mandatos, de cielos e infiernos. Eso no es Dios, y si eso fuera Dios, es lógico que las mentes de los hombres sigan generando caos, ¿qué Dios normal permitiría lo que uno sabe que sucede en la superficie? Eso no es Dios, Eso son los hombres, que engañados por su necesidad de sobrevivir sobre el espacio del otro, ven fuera de ellos a un adversario, una amenaza o un provecho, y como cada uno mas allá de su nivel de evolución es Dios en su vida, significa que es el creador de sus acciones y reacciones, de sus causas y efectos, de todo lo que genera, y vuelve multiplicado según su actitud, están convirtiendo al planeta en un infierno, en lugar del paraíso que deberíamos crear a diario. No hay que esperar a abandonar el cuerpo para irse al infierno.

No hay diablos con tridentes clavándonos en el fuego eterno. La ignorancia de nuestra potencia infinita es el infierno. Esta desazón y angustia brutales por no llegar a lo esencial es el infierno, esta falta de piedad y de compasión por uno mismo, reflejadas en el trato que le damos a los otros, es el infierno. La visión de la oscuridad en lugar de la luz resplandeciente que es nuestro derecho natural, es el infierno. NO es el infierno de las profecías, el del Papa, el de los fundamentalistas. El verdadero infierno, es vivir en determinadas condiciones cuando el corazón se ha secado y no podemos expresar amor. Cuántas veces habría que decir amor, sentirlo, exclamarlo, hacer que brote de cada poro, en cada aliento, a cada paso. Sólo el amor le da sentido a todo. Sin amor, el planeta es lo que es, una mera negociación entre mentes absurdas, que creen que existen, cuando son sólo meros reflejos de ese infierno tan temido.

La frase más poética y repetida hasta el hartazgo, aunque casi nunca puesta en práctica: Dios es Amor. El Amor es Dios.

Claudio Maria Dominguez

miércoles, 13 de octubre de 2010

La sincronicidad: La magia en movimiento

Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Jung que se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.

¿has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que necesitabas aparecida de la nada?,¿o recibiste la llamada de alguien del pasado de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo aparente?, ¿o ese libro que encontraste al azar que responde a la duda que te tenía bloqueado?. La sincronicidad nos representa en el plano físico la idea o solución que mora en la mente de la manera más fácil y sin apenas esfuerzo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo. Decir sincronicidad es lo mismo que decir magia.

Hay unas condiciones óptimas de manifestación, un estado mental propicio para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos. Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente. La fé juega en esto un importante papel, la fé en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guia exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío. Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella y invitándola a jugar en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo se agrupa.

La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos da el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.

Pero entonces me diríais ¿y porque no vivimos permanentemente en ese estado idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos antojara?. Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos, y emociones bondadosas en el corazón.

1.- El estado fluido es de muy elevada vibración y de una conexión intensa de mente y corazón, es decir, que el sentimiento es el que nos lleva a hacer tal cual cosa, es el que - valga la redundancia- da “sentido” a la vida. El sentimiento nos conecta directamente con el alma de las cosas y el pensamiento debe de contenerlo y construir sobre él pero nunca dejar de amarlo.

Normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento por el miedo a lo desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente.

2.- El estado fluido está en permanente movimiento. Cada pieza del puzzle aparece en el preciso momento con la condición de pillarnos conscientes, despiertos, alertas y deseosos de recibirlas. Es como un juego en el que las reglas se van desvelando a medida que avanzamos. Las piezas nos vienen en forma de señales y analogías en la vida real y en forma de sueños mientras dormimos. El desentrañar el significado de esas señales es como aprender a descifrar las instrucciones del mapa del tesoro.

Las actitudes derrotistas, la negatividad que lleva al cansancio, a la rutina, a desear recibir constantemente en lugar de darse a uno mismo y a los demás, generan estados de bloqueo e inactividad. Para ver las señales hemos de hallarnos en camino.

3.- Fluir es confianza, certeza en las propias posibilidades y en las de la corriente creativa del universo. Fluir significa trabajar por ese estado positivo interior que nos mantiene protegidos y dispuestos a abrirnos a nuevas experiencias y milagros. Mientras nuestro discurso interno (y externo) sea “creo”, “puedo”, “confío”, “busco y encuentro”, “resuelvo”, “disfruto”, “es posible” “si y además” y “me gusta”, todo irá bien sin ninguna duda.

Habitualmente los miedos, dudas y la falta de información de lo que realmente somos capaces y de nuestra verdadera misión en la vida nos bloquean y retrasan en el camino. Nos hacen mirar al pasado con resentimiento y al futuro con cierto recelo. Aparecen los que yo llamo los “isidoros” (¿y si me pasa esto o y si me equivoco?), los “esques” (es que no sé, ya lo intenté pero...), los “siperos” y “noperos”, los “nopuedos”, los “estoesimposible”, y los “esdifícil”, “estoesloquehay”, “nohayotraopción” y demás programación negativa. Si eso hay en la mente, eso es lo que se materializará.

4.- Fluir no sabe de retenciones y por lo tanto tampoco del uso de la fuerza, no es tanto vencernos sino convencernos, motivarnos y dirigirnos hacia lo que deseamos ver convertido en realidad. La reina de la fluidez, el agua, nunca se esfuerza demasiado en nada, busca siempre la salida hacia el mar.

Es muy común perdernos en luchar contra lo que queremos ver desparecer, lo que lo hace mucho más grande. Transformar el muro en escalera para lograr ver el otro lado suele ser mejor solución que darnos de cabezazos contra él.

5.- Fluir es seguir fielmente la voz de la intuición y comprometernos con ella; trabajarla hasta que sepamos distinguirla perfectamente de otras voces. ¿y como saber lo que es intuición de la voz del Ego?. Igual que el amor es el polo opuesto del temor, la intuición que viene de nuestro Ser interno es el polo opuesto de la voz del ego que nos habla. Son lo mismo, sólo que un polo es guiado por el amor y el otro por el temor.

La intuición soluciona siempre para el mejor bien de todos, habla bajito, viene en el momento oportuno y en sus ideas hay certeza y tranquilidad, nunca ataca a nadie, y se mantiene en el presente. Es el amor dentro de nosotros el que habla, lo que significa que se presenta en momentos de intensa conexión interna, cuando nos sentimos entregados a la vida. Sus soluciones son perfectas para ese momento. Suele ir seguida de un racional “ que tonterías se me ocurren” y la dejamos pasar.

El ego habla alto y es repetitivo hasta la saciedad. Tiene miedo y se defiende, sus ideas suelen ser del tipo ataque o huida, repasa sin cesar el pasado y va creando expectativas de futuro. Es el que tiene miedo el que se comunica, y por tanto sus soluciones nunca son definitivas y las situaciones se repiten de nuevo. Curiosamente estamos más prestos a creer en éste otro por ser lo conocido, lo que nos lleva a perder la oportunidad de experimentar la magia de vivir en la incertidumbre. Aprendiendo a amarle, educándole en la confianza y uniéndonos a él comienza la transformación interna. La guerra debilita, ¡la unión hace la fuerza!

Para terminar me gustaría citar a Deepak Chopra:
“La incertidumbre de las cosas no despierta miedo en quien está en la conciencia de la unidad, pues está seguro de si mismo. La voz de la verdad interior dice: << abrazo a lo desconocido porque me permite ver nuevos aspectos de mi mismo>>”....


Beatriz F. del Castillo